martes, 13 de noviembre de 2012

Un patio central

Aun recuerdo las tardes frías de Xalapa, nosotros vivíamos en medio, en el "corazón de manzana", la herencia de mi abuelo antes de morir era una casa antigua con un hermoso patio central que mi abuela se encargaba de llenar de flores y una fuente de agua verde donde terminaban bañándose las palomas, pero me gustaba reflejarme en ella.
En las noches me gustaba salir a ver la luna, no había lugar mas mágico para mi que ese patio. Pase de todo en el, mi niñez fue lo mejor, siempre jugando  y corriendo con mis primos, destrozando las plantas que mi abuela sembraba con tanto amor, los cumpleaños, las serenatas, las comidas, toda reunión que se pudiera inventar se pasaba en ese lugar.
Ahí también ocurrió mi primer beso, Pedro era mi vecino, todas las tardes después de la escuela el me acompañaba a mi casa y nos sentábamos en la fuente a platicar antes de que mi abuela ame llamara a comer, un día me pregunto que "¿has escuchado los susurros de los muros cuando rozas su textura?", me le quede mirando con los ojos llenos de incertidumbre, cuando me di cuenta ya me había besado. No sabia que hacer    , mas sin embargo si sabia lo que sentía, la tibieza de sus labios se había quedado en mis labios y sus pupilas marcadas en mi memoria por muchos años. Después de ese recuerdo, el ya se había ido a Puebla. Trate de no hacerme de mas recuerdos que no fueran esa tarde, por muchos meses me la pase preguntándome una y otra vez.."¿que es lo que susurraban los muros cuando rozas su textura?, me imaginaba sus pupilas mientras me hacia esa pregunta todas las noches antes de dormir.
Una mañana mi abuela me mando al mercado por las cosas del desayuno, me levante con la esperanza en los ojos de que ese tarde lloviera de repente y que la neblina me cubriera la cabeza, salí corriendo a la cocina, atravesando el patio y la abrace, me dio la lista del mandado y un beso en la frente, y percibí el aroma del chocolate caliente que acostumbraba hacerme el día de mi cumpleaños, "¡Que la vida te guarde!", me dijo antes de que atravesara el zaguán y cruzara el portón. El día era perfecto, y antes de llegar de nuevo a casa, camine un poco por las calles aledañas, trate de sentir mis 22 años encima en las espaldas, y de imaginar todo lo bueno que me deparaba el destino, que para mi suerte no se encontraba lejos. Legando a casa, mi abuela tenia una gran sonrisa pintada en la cara, pero no quise preguntar que es lo que le pasaba, sin mas y con la lluvia cayendo despacio, me decidí ir a mi cuarto y como todas las tardes sentarme frente a la ventana que daba al patio y escribir. Mientras escribía sentí un sobre salto, algo como la intuición femenina, el patio lucia diferente, me pare corriendo y me mire al espejo, algo en mi había cambiado, no físico, era una sensación de vació, no era la primera vez que lo sentía pero esta vez era un poco mas honda, mas espesa, podía sentirla correr en mi cara, las gotas tibias que rodaban de mis ojos.   
Me quede un momento frente al espejo... cuando me percate de un pequeño sobre encima de mi cama, me aventé para cogerlo, y me temblaban las manos, cuando leí el párrafo que decía:  "Tu deberías estar en cualquier parada de camión  en una librería  tomando un café y leyendo un libro en cualquier parque, sentada en alguna banqueta, escuchando cualquier canción ..solo esperándome ..Felicidades Irene, estoy en la fuente. Pedro."
El corazón que momentos antes se sentía vació me brincaba de emoción, baje las escaleras lo mas rápido que mis pies me permitieron y al verlo tan alto y cambiado, no pude mas que aventarme en sus brazos, tenia los mismo ojos que recordaba de la ultima vez  y sentí un calor dentro de mi, tenia las mejillas sonrojadas, pero ya no era la niña de antes, había anhelado tanto ese reencuentro, había repasado cada linea de lo que diría cuando mis ojos se encontraran con los suyos, me estrecho entre sus brazos, y así pasaron semanas, semanas en las que nos contamos todo lo que nos había ocurrido,las tantas veces que nos habíamos extrañado y las mil y un respuestas que yo tenia para, ¡claro que se burlo de mi incertidumbre de todos esos años!, ya que para el solo había sido el pretexto para robarme un beso.
Una noche mientras platicábamos sentados en la fuente, mire el cielo nublado de Xalapa, y el se me quedo mirando, "el agua que no cae", le dije y comencé a reírme, sabia que a Pedro o le gustaba mojarse, pero yo esa noche quería que lloviera. Pedro me sonrió y como si nadie nos vigilara desde la casa, me dio un beso en el cuello, "¡Vamos... enamorarmeenamorarme,un beso por aquí, un beso por allá ..." le dije. Nuestras risitas nerviosas nos delataba, y el no hizo mas que cantarme toda esa noche y yo complacida de tenerlo de vuelta.
Antes de irse corriendo con una sonrisa en la cara, me pregunto que si estaba convencida de lo que le pedía, ¡y vaya que lo estaba, lo estaba desde hace mucho!, y como por respuesta, antes de que se fuera por completo lo detuve con un abrazo y le susurre en el oido un te quiero, después le mordí un labio y cuando ya iba a mitad de calle me grito: "¡busca el abrazo perdido que te deje en tu cajón, y échatelo encima para dormir... te quiero!"